Prohibición en la difusión del corrido
Luis Omar Montoya Arias
El 29 de mayo de 1992, dos coches bomba explotaron en Culiacán. El primero en la colonia Las Quintas y el segundo en Colinas de San Miguel. Las acciones criminales tuvieron lugar entre las 5 y las 5:20 de la mañana. En el caso de la explosión ocurrida frente al número 1483 de la calle Estado de Chihuahua, en Las Quintas, un automóvil Spirit de modelo reciente y con un tanque de gas butano de 45 kilogramos de capacidad, fue hecho estallar provocando severos daños en el inmueble y en muchos más ubicados en las inmediaciones. La casa frente a la que ocurrió la explosión estaba registrada a nombre de Jaime López Barraza.[1]
La segunda explosión sucedió en la calle Cerro de la Campana, frente al número 562, fraccionamiento Colinas de San Miguel. “Fue un automóvil de modelo reciente con dos cilindros de gas butano de 45 kilogramos”. Resultó herido de muerte, Cipriano Béjar Pérez de 70 años, domiciliado en Infonavit Cañadas y quien laboraba como velador en una finca cercana al epicentro de la explosión. El propietario de la residencia frente a la que estalló el vehículo era, María Isabel Gutiérrez Zambada.[2]
La respuesta fue inmediata por parte del gobierno estatal priista de Francisco Labastida Ochoa. Por órdenes del gobernador sinaloense, se catearon residencias en Culiacán y se pusieron retenes en los principales puntos de circulación de la capital sinaloense. Se confiscaron armas y drogas, y detuvieron a narcotraficantes, incluso peces gordos como Emilio Lerma Caro, sobrino del célebre bandido de la década de 1980. Las autoridades aseguraron rifles AK-47, pistolas 9 milímetros y cocaína. Se catearon mansiones de las familias Rico Urrea, Zambada, Gallardo, Araujo, Quintero, Guzmán y Caro, ubicadas en la colonia Las Quintas de Culiacán.[3]
El operativo se implementó en Nayarit, Chihuahua y Sinaloa. El director de la policía judicial federal, Rodolfo León Aragón, señaló que “estas acciones implementadas pueden tener relación con las recientes detenciones de narcotraficantes como la de Miguel Ángel Caro Quintero en Sonora y Anselmo Valle en Tamaulipas”.[4]
La seguidilla de cateos y la forma en que se llevaron a cabo, desencadenaron protestas generalizadas de empresarios sinaloenses. “No se combatirá violencia con violencia. No permitiremos que se den actos de prepotencia ni arbitrariedad en los cuerpos policiacos”,[5] sentenció Irma García Cuevas, delegada de la PGR en Sinaloa. Amparadas en las detonaciones de los coches bomba, las autoridades estatales echaron a andar un operativo que buscaba encontrar a los culpables; además de decomisar drogas, armas y explosivos. La situación resultó intolerable para los adinerados de Culiacán, porque los judiciales irrumpían en las mansiones con lujo de violencia. Muchos de esos cateos se realizaron en forma ilegal.[6]
Rodolfo León Aragón, director de la policía judicial federal, concluyó que fueron miembros del Cártel de Medellín los autores de los bombazos en Culiacán. El objetivo era Manuel Salvador Avella Barrera, alias Carlos Pérez Díaz, quien en 1988 se casó con María Isabel Gutiérrez Zambada. El líder de la célula colombiana en Sinaloa, fue identificado como alias Lucho.[7] “Salvador Avella o Diego Pérez Díaz, tenía dos años de no viajar a Colombia por temor a ser ejecutado por el Cártel de Medellín, contrario al de Cali, grupo criminal para el que trabajaba”.[8] Alias “Lucho” huyó de México dos días después de las explosiones en Culiacán. “La Interpol busca en Colombia, al responsable de las explosiones de dos carros bomba en Sinaloa”[9], anunciaron los diarios de circulación regional en el Pacífico mexicano.
Mucho se ha referido en artículos de especialistas en el mundo del corrido, sobre la prohibición en la difusión del narcocorrido en México, colocando como punto de quiebre al sexenio de Carlos Salinas de Gortari y a la administración estatal de Francisco Labastida Ochoa, en Sinaloa. Aunque son constantes las referencias a este momento de la historia musical mexicana, pocas evidencias se muestran en artículos y/o libros de naturaleza académica que firman distintos especialistas. No se comparten cifras, ni datos, ni nuevas hipótesis, porque se carece de una investigación en los archivos históricos que permita al avezado, ir más allá de las referencias generales que todos los especialistas conocemos y evocamos.
Con base en la consulta del Archivo Histórico Municipal de Mazatlán, puedo concluir que, si bien desde 1987 los agremiados y empresarios de la radio de Sinaloa, acordaron con el entonces candidato al Gobierno de Sinaloa, Francisco Labastida Ochoa, que empresas y sindicato iban a bloquear toda posibilidad de que se tocara narco música,[10] la prohibición como la conocemos, no se da a principios del mandato de Labastida sino al final. La razón de la prohibición no fue Caro Quintero ni el disco Corridos Prohibidos de Los Tigres del Norte como incluso, yo mismo, afirmé durante años, sino el narcoterrorismo que llevaron los colombianos a Culiacán, en mayo de 1992. Fue Pablo Escobar y su Cártel de Medellín, los responsables de que, en el espacio público mexicano se discutiera de manera seria, la prohibición en la difusión del narcocorrido. Después de la explosión de esos carros bomba en Sinaloa, todo cambió para el narcocorrido. Fue el Cártel de Medellín quien ordenó ese atentado.
Luego de los bombazos en Culiacán en mayo de 1992, el comercio organizado de Sinaloa, contempló dejar de vender artículos que fomentaran la cultura del narcotráfico “como discos, casetes y películas que aluden a los narcotraficantes y su ilícita actividad”.[11] De acuerdo con los especialistas entrevistados por el Noroeste de Mazatlán, la sociedad es responsable de la proliferación de la violencia y el fortalecimiento de la cultura del narcotráfico porque acepta canciones y películas en las que se habla de narcotraficantes, “a quienes se les llega a tratar como héroes”.[12]
En 1992, el 80% de las ventas de discos y casetes en Sinaloa, correspondía a corridos de narcotráfico, de acuerdo con los propietarios de discolandias de la Entidad, quienes agregaron que “limitar la venta de corridos no resolverá el problema de la influencia negativa del narcotráfico en Sinaloa”.[13] Luis Guillermo Laveaga, propietario de negocios dedicados a la venta de casetes y discos, y consejero local de la cámara de comercio, señaló que la cuestión no es “que se deje de vender música ranchera que hable de narcotraficantes, sino que se ofrezca a la ciudadanía más opciones culturales. Vendemos lo que la gente quiere. Es lo que les ofrecen en la radio. Así nace el deseo de la gente de adquirir este tipo de música”.[14] Los vendedores de discos responsabilizaron a la radio del problema.
Miembros de la cámara de comercio de Mazatlán sugirieron a los propietarios de discolandias que limitaran la venta de discos y casetes, “pues ensalzan la figura de narcotraficantes, para luego verlos como héroes. Resultan una influencia negativa”.[15] El presidente de la CANACO, Joaquín Tirado Garzón, declaró que no se puede prohibir la venta de música que hable sobre la vida o las actividades de los narcotraficantes, “pues se atentaría contra la libertad de comercio consagrada en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.[16] Agregó que, “la música ranchera que habla de narcotraficantes constituye una influencia negativa. Hay que destruir los mitos del narcotráfico y de sus personajes, es la mejor forma de garantizar que esta clase de música no se escuche en la radio ni se venda en las discolandias. A la sociedad se le deben ofrecer otras opciones musicales”.[17]
El consejo de participación ciudadana de lucha contra la violencia en Mazatlán, demandó al gobierno municipal mayores restricciones para evitar “que se siga promoviendo y tocando música de narcos en los espectáculos públicos masivos. Éstos se realizan con frecuencia en la zona urbana y rural de Mazatlán”.[18] Demandó mayor vigilancia para evitar brotes de violencia que resurgen por la venta exagerada de bebidas embriagantes. Exigió mayor vigilancia y control del ruido estridente que se provoca. El consejo puso énfasis en suprimir la música de narcos. “Se trata de combatir a la violencia desde todos los frentes posibles y uno de ellos está en la subcultura del narcotráfico que se refleja en los corridos”[19], concluyó.
El líder de los locutores exhortó al comercio a “no vender esa porquería. Hace falta que se promueva una iniciativa a nivel nacional para prohibir a las casas disqueras la producción de material musical que hable de narcotráfico”, asentó el dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Radio y Televisión en Mazatlán, Jesús Manuel Meléndez Franco. “Debe negarse el permiso a nivel local para espectáculos públicos en donde se toque música dedicada a narcotraficantes”.[20]
En entrevista para el Noroeste de Mazatlán, Adriana Guerrero, presidenta del Colegio de Psicólogos de Mazatlán, manifestó que la música alusiva a los narcotraficantes y a sus conductas, son expresiones asimiladas por la sociedad porque el narcotráfico es visto como una actividad natural en nuestro medio. “En Sinaloa hemos crecido familiarizados con el narcotráfico y por eso sus hazañas contadas en los corridos son aceptadas por la sociedad”,[21] dijo la psicóloga.
La sociedad sólo se percata del aspecto positivo del narcotráfico y lo negativo lo minimizan porque parece lejano a la experiencia personal. “El consumo de música alusiva a narcotraficantes tienen una influencia determinante en la personalidad de los niños y en los jóvenes. Esta música influye en la conducta, en las normas y en las aspiraciones de los chavos, quienes están abiertos a cualquier experiencia”.[22] Los adolescentes buscan referentes y los personajes del narco, maximizados a través de la música, se convierten en objetos de culto y reverencia social.
La discusión pública sobre la prohibición en la difusión del narcocorrido tiene lugar a finales del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, no al principio como hemos señalado los especialistas. Poco tienen que ver Los Tigres del Norte y mucho los bombazos que el Cártel de Medellín de Pablo Escobar hizo en Culiacán, en mayo de 1992. Es fundamental que los académicos hagamos investigación de archivo.
[1]“Palabra de Labastida”, en Noroeste, Mazatlán, domingo 31 de mayo de 1992.
[2]“Palabra de Labastida”, en Noroeste, Mazatlán, domingo 31 de mayo de 1992.
[3]“Inicia férrea batida contra el narcotráfico”, en Noroeste, Mazatlán, 31 de mayo de 1992.
[4]“Operan en la Entidad bandas internacionales de narcotráfico”, en Noroeste, Mazatlán, domingo 31 de mayo de 1992.
[5]“Labastida pidió los cateos”, en Noroeste, Mazatlán, miércoles 3 de junio de 1992.
[6]“Es ilegal la forma en que se realizan los cateos”, en Noroeste, Mazatlán, jueves 4 de junio de 1992.
[7]“Pelean colombianos en Culiacán”, en Noroeste, Mazatlán, viernes 5 de junio de 1992.
[8]“Sabe PGJ quién puso las bombas”, en Noroeste, Mazatlán, sábado 6 de junio de 1992.
[9]“Busca la Interpol al autor de la explosión de dos carros bomba”, en Noroeste, Mazatlán, domingo 28 de junio de 1992.
[10]“Basta de narco música”, en Noroeste, Mazatlán, jueves 4 de junio de 1992.
[11]“No más música de narcos: CANACO”, en Noroeste, Mazatlán, domingo 31 de mayo de 1992.
[12]“No más música de narcos: CANACO”, en Noroeste, Mazatlán, domingo 31 de mayo de 1992.
[13]“Son corridos sobre narcotráfico 80% de las ventas en discotecas”, en Noroeste, Mazatlán, miércoles 3 de junio de 1992.
[14]“Son corridos sobre narcotráfico 80% de las ventas en discotecas”, en Noroeste, Mazatlán, miércoles 3 de junio de 1992.
[15]“Sugerir limitar venta de canciones de narcotraficantes”, en Noroeste, Mazatlán, miércoles 3 de junio de 1992.
[16]“Sugerir limitar venta de canciones de narcotraficantes”, en Noroeste, Mazatlán, miércoles 3 de junio de 1992.
[17]“Sugerir limitar venta de canciones de narcotraficantes”, en Noroeste, Mazatlán, miércoles 3 de junio de 1992.
[18]“Piden restringir narco música”, en Noroeste, Mazatlán, martes 30 de junio de 1992.
[19]“Piden restringir narco música”, en Noroeste, Mazatlán, martes 30 de junio de 1992.
[20]“Basta de narco música”, en Noroeste, Mazatlán, jueves 4 de junio de 1992.
[21]“Basta de narco música”, en Noroeste, Mazatlán, jueves 4 de junio de 1992.
[22]“Basta de narco música”, en Noroeste, Mazatlán, jueves 4 de junio de 1992.